sábado, 26 de junio de 2010

La carne desgarrada



Les escribo esta nota. Humilde y sin pretenciones.

Compañeros del alma y la euforia.
Aquí me encuentro,
tronando en nuestra historia.
Mi carne se desgarra por dentro,
como mi alma se ahoga con su propia sangre.
Transgresión de la mente ,
clavada punzante,
en su memoria inmortal.

Nosotros sabemos lo que es sacrificar todo la fuerza y el tiempo en causas soñadas. Nos acusan de utópicos aquellos hipócritas.
La carne se desgarra por dentro, sentimos ese dolor de la indiferencia y de las esperanzas moribundas.
Cuando nos paramos firmes en los pasillos queriendo no ser más invisibles, volvemos a sentir que no somos nada y que al mismo tiempo lo somos todo.
Luchamos a sol y a sombra. En frías noches y calurosas tardes. Poco nos importa lo que el cuerpo sienta pero nos consume lo que el alma deja de sentir.
Nosotros compañeros de mil luchas y llantos, somos los que el pasado nos hizo. Somos hijos del mismo tiempo, del mismo sistema y de la misma indiferencia, pero somos los herederos de las otras generaciones aquellas que aún siguen vivas en nuestro pensamiento.
He visto llenarse de lagrimas a compañeros y compañeras indignadas, defraudadas por el vil obstaculo de aquellos que nada les importa y todo les vale. Amenazas en forma de susurros, presencias grotescas y empujones a más no poder.
Nosotros compañeros, somos lo que somos y seremos lo que tengamos que ser. Bajo el techo de la indiferencia y la inconciencia constante de nuestros pares, sumergimos cuotas de desilución. Pero es esa realidad la que nos impulsa y somete a un camino de lucha interminable.
Para mi no habría mayor placer que morir por la causa justa. Mi vida es la vida de un peleador que nunca va a tirar la toalla, acto que tanto imploran los que nos quieren ver en el suelo, sin fuerzas, sin nada.
El mayor orgullo de mi vida es militar con ustedes. Girar para un lado y ver a uno de nosotros acompañando mis tristezas y mis alegrías, mis desconsuelos y mis andanzas.
Desde que doy todo lo que me queda por la causa, he conocido victoria tras victoria. Porque cuando uno lucha por lo que ama no hay fracaso alguno.
Asumo mi compromiso social, asumo mi autocritica mundana y asumo mi existencia libertaria.
No hay rendición alguna, no les vamos a dar el gusto a aquellos que nos quieren ver vencidos y amargados.

Mi lucha es nuestra lucha y nuestra lucha es mi lucha.
Naveguemos hacia el horizonte de nuestros ideales, convivamos juntos en nuestros sueños, miremos las montañas moverse habriendo paso a los sin miedo.
Porque podrán desgarrar nuestra carne pero nunca rasjuñaran nuestras almas.

Gracias y hasta siempre.

Jonathan