domingo, 1 de enero de 2012

Año nuevo

Habrás visto los rojos en el patio de tu casa,
los azules en los escalones que no se suben,
y el verde en los remordimientos
que aun aquejan lágrimas
y almas en la noche,
las cuales te susurran que aun existes.

Habrás escuchado la sabiduría de los pobres,
las vocales en los espejos rotos del ayer,
las consonantes en la almohada del insomnio,
los acentos puestos en tu alegría
con inmensa tristeza de que hayas silenciado
el horror de lo que aprendimos.

Y  habrás sentido el derretimiento del ocaso,
el vaso servido en el bar de las botellas vacias,
una pinza sacándote la amargura
como un trauma rejuvenecido.
Sentiste una espera moribunda
acompañada de un chillido que venía del amor.
Brindaste en voz baja
esperando que por lo menos la noche te escuchara.

Es el nuevo año que hace cálida tu tierra.
Te despierta al mediodía,
 zamarreándote,
 te crece en el estómago y hace un fruto
colocandolo en tu pecho
mientras  agita los días que han de venir,
sobre la historia que esta viniendo.