viernes, 27 de mayo de 2011

Tus palabras

Para Erica y Dante

Ante las acusaciones de aquellos con solo sueños lógicos
y ante lo despótico de aquellos que piensan saberlo todo,
acciona desde el alma como una revolución permanente
que destruye antojos y abre puertas a la mirada de los otros.

Cuando dejen de caerte pedazos de miel de las manos
y hagas sonar tus ojos al compaz de tus sentimientos,
habrá una fecha de vencimiento
que tendrá como portadora tu nombre.

No dejes que el veneno te envenene,
usa la dosis de esas tardes que acompañabas al sol,
reposando en tus brazos como un niño,
en esos sitios de algodón puro en las almohadas.

Y es ese germen de tu insatisfacción,
el de olvidar como se sentían los besos bajo la luna,
las caricias bajo los arboles del corazón
y las miradas en las mangas de las camisas con promesas.

Palabras son las que humean en el escribir audaz,
en los versos que distinguias entre oscuras noches.
Si tu maldición es ser un poeta
y navegar solo en lo profundo,
ellos no saben de lo duro
que es tenerte no teniendo que tener.

Si Rodolfo murió por los palabras de cambio,
si Paco murió por sus versos de cambio,
si Juan aun pelea con poemas en sus manos,
y si Julio abrió puertas como cabezas en la imaginación;
vos segui encaminando palabras hasta nuestra eterna revolución.

lunes, 23 de mayo de 2011

El silencio de Edith Bosh


A Juan Gelman
 


La pobre Edith Bosh caminaba por los rincones perplejos de realidad,

aprovechó un rato para volar sobre algunos recuerdos mal instalados.

- ¿Qué has hecho de ti Edith? -

le decían algunas almas en pena que no veía desde el domingo pasado.


Cuando el sol se apagaba y los zombies del pasado bebían alcohol en los suburbios,

ella se acuesta sobre frazadas sucias de melancolía y neurosis.

Esperaba una llamada o cierto titileo de lucecitas en su conciencia,

pero qué más podía hacer si esos que decían quererla le han sacado todo.


Y así,

perdía el rumbo en sueños del silencio,

volteaba su cabeza hacia el infinito de aquellas huellas monjas.


Y así,

sin pensarlo dos veces, aunque le costara el poco trozo de alma que le quedaba,

murmuró querer callando querer,

comió amor sin ver amor.


Edith despertaba silenciosa entre tumultos de la nada,

derramó algunas lágrimas como es común en  todos sus amaneceres.

-¿Qué has hecho de ti Edith?-

 antes te llevabas el mundo por delante como un frenesí de canciones.


Un día, ella durmió y no despertó mas.


Todos la lloraron como si la conocieran,

extrañaban su silencio tendido sobre ella misma y el mundo.

- Pobre Edith-  decían a espaldas de su cadáver.

La hipocresía de los otros se la llevo sin saborear otro plato de dulzura.


Ya no había más silencio en las calles de la ciudad,

se escuchaban gritos de amor criminal  y de luciérnagas sin luz.

Cuando Edith Bosh murió todos supieron del silencio puro del querer,

eso que a ella la mató, pero le servía a los otros para seguir viviendo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Sueños de amor francés


Cuando la partera rayo,
vio que había nacido una condena,
decía: ¡que trágico!... nació un poeta.

Por las calles de esta ciudad se huele a nada,
ya no hay amores en estallidos,
 hay preámbulos preestablecidos.

Hay miedos e inseguridades,
cobardes sentimentales,
huérfanos de compromisos,
niñeras sin hijos.

Que bellos eran esos amores franceses,
haber nacido en ese siglo  diecinueve.

Con boinas sobre cabellos,
con besos arrinconados
y con pasiones que la noche se comió.

Sueño con besos sin rostro
y laberintos sin entrada.

Y que algún querer francés me ate,
de manos, pies y de memoria.

Duermo sabiendo que hay un nunca,
sueño que no me importa.

viernes, 13 de mayo de 2011

Post mortem

  
“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”
Alphonse de Lamartine 


           I

Si tras el amor
las cobijas aun están quietas,
pobre el pobre
que sigue queriendo
querer vivir.

Por detrás de la muerte
otros cuadros esconden un nuevo rostro.
Mientras el pasado
afilando sus dientes,
devora y devora sin piedad.


Pero que la muerte solo sea principio y nunca final,
porque si la sangre arde todavía,
es que de amar mucho más queda.

La sucia melancolía dueña del placer
 a atrapado  momentos lejanos,
malparidos,
huérfanos,
profanados,
como la carne que aun carcome el ser.

Si tras el amor
el agua sigue pura,
pobre el pobre
que nada le queda
pero posee el querer.

Los besos guardados en el placard
son como muertos queriendo salir.
Mientras el futuro,
limpiando sus dientes,
devora y devora sin piedad.

Pero que la vida sea el nuevo amor perdido,
porque si el sol sigue oscuro,
que las linternas azules alumbren el coral.

Por otro ataúd otro amor
vive,
con firmeza
merodea,
no parpadea,
pero que de amar seré esclavo a placer.

                         II

Entonces,
 sonríele a la tempestad,
bésale los labios al degollar de los sueños.

Solo un eco amordazado
o un vaivén de venas sangrías,
sería la envidia
de los sin gloria,
de los sin muerte.

Entonces,
 acaricia el manto de la soledad
tomando esas copas de roja ginebra.

Miéntele al primer idiota que se te cruce,
sin ganas de ganas,
sin fé de demandas,
pero con un cartel en la espalda
que dice: “ yo soy”.

Entonces,
engaña a la condena de ser tú mismo,
créele al saber que nunca tendrás.

El revivir de los cantares es repetitivo,
si mueres otra sombra vendrá
golpeándote  la puerta,
dejándote pasar,
suspirando el último tú.

Entonces,
déjate amar y ama sin cesar,
porque el que no siente jamás
poco y nada de muerte le queda.

                         III

Castas del amor en el cinturón de la muerte,
al amanecer de los poetas me he sumergido.
Sin un barrilete de tinta que escriba el horizonte,
busco desiertos en el mar
del amar
sin estribos.

Las sombras del ayer deambulan en el olvido,
que otras luces beban de la cólera de mi sentir.
Es que ya no soy el que alguna vez ha vivido,
es que ahora vivo muriendo sentir.

Con afán,
sin preámbulos,
que sea el ser de la nada
que la nada espera vivir
con ojos de amor inmortal.

lunes, 2 de mayo de 2011

Un simple cántico


Había un popurrí de espantapájaros que el lamento adornaba,

ese aire poco circulado merodeaba  las tejas del hogar.

La casita a unas cuadras del árbol de limón

y a lo lejos se podían ver nubes

blancas como la pureza del corazón.


Y a mi razón,

la pusieron en un lugar de poca concurrencia.

Cuando la visitante venía

fumaba un cigarro, lo apagaba,

mientras yo tendía a prender algunas velas.


La casita no tenía luz,

salvo la que salpicaba desde los ojos de ella.


A veces me le quedaba mirando

acostado en mi cama acariciando su cabello.

Ella parecía dormida

pero yo sabia que estaba despierta.


El frió era frió por las ventanas abiertas,

pero la calidez de su cuerpo todo lo era.


Cuando llegaba la despedida,

la tristeza abundaba en el ambiente.

Nunca me gustaron las despedidas,

pero siempre y siempre venían a mis orejas.


Y a mi razón,

 poco y nada le queda.

Cuando la visitante se iba

fumaba un cigarro, lo apagaba,

mientras yo tendía a apagar algunas velas.


Había un sendero pequeño y oscuro

que cuando un alma salía se perdía a lo lejos.

La casita silenciosa, tambien el árbol de limón,

ya nada se escuchaba ni de lejos ni de cerca,

las nubes ya eran azules como la tristeza del corazón.