domingo, 24 de septiembre de 2017

Humo rojo

¡No vayas! gritaba mamá
las calles se volvieron
campo de batalla
bajo la lluvia incesante
y el tronar constante
de los gritos en choque.
El miedo pasado de los cascos verdes
el silencio ensordecedor del negro
de las sombras,
de los adioses
 que quedaron desaparecidos
 en la niebla.
¡no vayas! repetía mamá
pero cómo no ir
cuando la noche cubre el día
cuando duermen en el frío
cuando nos dejaron con poco y nada.
¡ vayamos! gritó mamá
y fuimos para ir
fuimos para volver
con los ojos abiertos.

miércoles, 29 de julio de 2015

Crimen



La sombra espamódica de la noche,
agazapada y cautelosa,
en los torrentes sanguíneos de los árboles invernales
bloquea la muerte, el grito de la muerte silenciosa.
El césped, congelado y murmurante césped,
es testigo pero oculta el nombre
el asesino encubierto entre ladridos caninos
sueños profundos y distracciones aisladas.
Mientras muchos duermen
a algunos la pesadilla se vuelve carne
y el terror acecha la tranquilidad que nunca fue tal.
Al pibe lo mataron dijo uno,
apareció muerto dijo otro,
Las sirenas policiales
el vecindario curioso,
temeroso, confuso.
Al otro día se mira para otro lado,
esquivando lo que fue pero siempre será.
La sombra espamódica de la noche,
d

ueña del último respiro.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Reposo


1

Se acerca la hora del sueño
y los recuerdos navegan
en los mares de la pesadilla corpórea
de tu cuerpo ausente.

Las sábanas, testigos mudos,
tienen en la memoria algun que otro movimiento
de los cuerpos enlazados en las noches sin luna,
de los sudores que hoy son huérfanos.

Cada rincón saboreaba tu nombre en un acto de canibalismo,
en un acto de frenesí caótico entre tus suspiros y los mios.
Pero hoy todo es silencio ...todo es vacío...
y las horas perdidas buscan un furgón sin nombre.

2

Los sacerdotes nombraban Santa a la muerte,
la coronaban como una mujer pagana pero divina.
Yo te consideraba mi muerte santa,
coroné con espinas el último de mis amores,
aquella última vez que nos vimos sin querer vernos.

3

Cada centímetro de esta casa
tiene una cicatriz profunda,
una herida que se pudre,
son amores que el tiempo resistió.

4

Ellos luchan, no dejan de avanzar,
tienen una fortaleza total que los invade.
En la sangre se huele presencia,
se arde inmortalidad,
y el polvo proclama el devenir de los cambios.
Los muros ya no son tan grandes
y las voces derriban universos;
mis compañeros son estrellas
que dirigen al viento.

5

En esta manera de sentir se hunde el parásito del deseo,
 suplica ser crucificado el placer,
muda de mundo su existir
a un lugar donde ninguna voz lo encuentre,
donde ninguna mano raspe ya su piel,
donde la compañía es la ilusión de los muertos.

viernes, 21 de junio de 2013

Peldaños




1

La palidez del humo
amordaza
el devenir de la luz,
mientras la oscuridad tentaba al foragido,
al trueno callado y bastardo
de las mil una razones desencontradas.

El silencio mientras tanto asesinó al canto,
el tacto asesinó la piel
y la humedad palpitaba sin corazón,
sin bombear nada que no fuese la nada misma.

Los cuerpos tímidos se contorsionaban
al compás del desastre en ruinas del pasado.
Los rojos cometas devoraron el atardecer
y las circunferencias rompieron las cadenas del cosmos.

Criptas en el umbral de los ojos,
ritos en la conquista de las bocas,
c
  a
     í
       d
          a
            s  en la habitación fantasma
que alguna vez fue un aposento para nosotros.

2

Un peldaño más y tendría que responder
a la indiferencia de tu rostro.
Un paso más y te sobornaría con mi desgracia,
con mis fracasos,
con mis sueños anclados en los tuyos.
Un piso más y ,quizá, podría
anochecer sin un recuerdo,
sin una muerte más a la cual
prapararle el velorio
y nombrar a las tumbas
"incertidumbre".

3

No tengo aunque tuviera,
no conozco aunque conociera,
una sola lágrima arrinconada
esperando que la lloren,
temiendo que la ignoren.

No temo aunque temiera,
no creo aunque creyera,
que a lo largo del tiempo
el tormento se vulnera
y los locos de la azotea
vuelven en sí.

4

Tu instinto animal es orgásmico
y mis deducciones atrofian el éxtasis.
Tu impulsividad ahoga el silencio
y mi pensar crea olas de ausencia.
Tu piel es el hielo que quema
y mi piel es el fuego que congela.
Y así,  vos y yo nos entrecruzamos
como si no tuvieramos otra cosa que hacer en este mundo.

Fin del dolor







El dolor se sumerge, se pone en viaje.
El dolor pasa infiltrado por la aduana de la alegría.
El dolor sigue ahí, enmascarado sin que lo vean.
Al dolor lo entierran sin autopsia,
nunca se sabe si está muerto.
El dolor tiene muchos nombres,
muchos rostros,
muchos labios,
muchos ojos,
muchos sexos.

El dolor seduce a sus aficionados
que no encuentran brújula sin su presencia.
El dolor mastica el día y escupe la noche.
Es un espectro iluminado de oscuridad,
susurra en el espanto y dialoga con el placer.
El dolor es la espina dorsal de todo humanismo perdido,
es el fuego que quema aunque nadie lo sienta arder.

El dolor no es viejo, está demasiado usado ,
está cansado,
 agotado, agonizando.
El dolor se transforma en otro dolor
que resulta ser el mismo dolor pero con otro maquillaje.
El dolor causa cambios y los cambios causan dolor.
Se mete en las venas y somete al cuerpo a su incapacidad de sanar.

viernes, 5 de abril de 2013

Respiros


Tengo miedo de tener miedo
y de convertirme en un ladrón de cuarta... o de quinta en su defecto.
Robar papelitos no quiero,
papelitos en donde se vean escritos saludos y misericordias pasadas.
No quiero ser el que fui antes de ser lo que hoy soy,
fui un triste fantasma chiflando en tumultos inconcientes;
un muerto que caminaba sin un rumbo
y el rumbo por el cual caminaban todos los muertos.

Aquí, allá, entonces, tal vez,
me levanto con firmeza a través del dolor punzante,
silencioso como los ladrones que me robaron el todo y la nada.

Tengo que tener y dejé de tenerlo,
busco aquellos ojos que me dieron vida
y que hoy estan ausentes entre las calles desveladas,
húmedas de la lluvia que no moja sino que ahoga.
Y hoy flotan astillas clavadas en los cuellos,
el agua ya no purifica sino que carcome.

Robar papelitos sin palabras, sin letras,
sólo papelitos en blanco para poder,
si es que se puede y seguro que sí,
volver a escribir nuestros nombres,
hacerlos avioncitos para que vuelen en el aire ,
 aire que aún respiramos.

jueves, 31 de enero de 2013

Espera en Buenos Aires



                                            
                            " No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto"
                                                 Jorge Luis Borges,  de su poema Buenos Aires



Trepan los fugitivos soñadores los árboles de cemento,
observan con el correr del tiempo
la ausencia tenaz que los acorrala.
Extrañan los fugitivos soñadores,
mientras el magma quema y sofoca
los pies con los cuales escapan del desamparo.

Allá a lo lejos se ve la nuca de los espectros agarrotados entre montañas,
escalan las nubes que en Buenos Aires se vuelven fuego;
y el alma ceniza que el viento abraza en soledad.

Cantan las chicharras desde kilómetros lejanos para que se las escuche
atropellando gritos entre los brazos huecos
de los precavidos soñadores que resisten,
repelando el olvido,
saboteando el recuerdo.

La espera se vuelve cicatriz,
se emborracha ante la fantasía del momento del encuentro
de las miradas de aquellos ojos que se habían dejado de ver;
se reconcilian los labios que se habían dejado secar.
Entonces los fantasmas fotográficos se poseen,
se azotan de contactos la piel,
se murmuran silencios al costado de la calle,
se agitan de tanto respirar.