lunes, 26 de julio de 2010

Oda a tu tiniebla



Palomas negras mueren en tu balcón.
Sangre restringida fecunda traiciones.
Tristezas disparejas sabotean dolor.
Campos nublados destruyen roles.

Madrugadas en compañía del frío,
en la nada catapultan las penas negras.
Bienvenida a los poetas malditos,
comprenderás ahora mis macabras penas.

Aquí me tienes, envuelto en tinieblas.
Caducado en pensamientos obscenos,
te siento en piel de abandonarte,
me apuñalo,
me desangro,
me congelo.

Aquí me tuviste, liberado en llamas.
Oscuridad en rincones de tu olvido,
pariendo morbos en tus ojos,
te robas,
te matas,
te miras.

Allí me tienes, sumergido en llantos.
Orgásmica en sensaciones ciegas,
humillas existencias ajenas,
los castras,
los increpas,
los suicidas.

Allí te tengo, emancipada en recuerdos.
Golpes en la niñez perdida,
padres criando hijos como gallinas,
me contagiaron,
me desmoralizaron,
me ataron.

Verdugos amables quiebran canciones.
Pájaros inocentes cubren hogueras.
Cenizas grises descargan municiones.
Victimas yoicas me tartamudean.

Gatos en el tejado de la melancolía,
me mortifican con sus dudas de hambre.
Sin despabilarme creyendo que serás mía,
me crucifico en el alma de mil desastres.


sábado, 17 de julio de 2010

La inflación del alma

Veamos en este cuento metafórico cómo el consumismo del sistema capitalista invade las emociones. Veamos como yo, como muchos otros, hijo del capitalismo, esperamos sentados que nos den cosas sin darnos la autocapacidad de accionar. Veamos como pierdo el tiempo, como la sumisión se apodera de nuestra libertad y nos anula en lo que realmente queremos para ser felices . Rompamos las cuerdas de lo que culturalmente nos han y siguen imponiendo.


Cortinas de humo tapaban su fija mirada. Trataba de encontrarla sin que ella me encuentre. Repentino como un ruido a lo lejos, se acercó en un acto de intimidación paulatino. Cuando daba un paso hacia mí, yo retrocedía dos respecto a ella.


Eran posiblemente las dos de la madrugada. Sueño no habia. Confusión, bastante.

Entre titubeos comi la última feta de pan lactal que quedaba en la mesada. Me dispuse a leer como hago todas las noches en que mis ojos permanecen despiertos sin ansias de sumergirse al profundo del inconciente. Pero¿ era un ser conciente en ese momento?.

La pregunta no tenía mucha importancia para mi en aquellas circunstancias. Venía de una serie de hechos torturadores. Hechos eficaces si su objetivo era el de traspasar nidos creados por mis hipotesis de soñorosos catálogos. A qué catálogos me refiero, pues a un listado de productos a la venta. Podemos decir que la oferta es pequeña pero la demanda la excede. Lo que provoca una cierta inflación del alma.


Paso a explicar a que me refiero con “inflación del alma”: en realidad diriamos que el paso previo es la“inflación en el alma”. Se despliega una lista con una cantidad limitada de propuestas.


En primer lugar un pack de conductas deseadas. La semana pasada había visto una publicidad de esos productos que venden telefonicamente. El “llame ya” hacia incapié en un sujeto indefinido en sus decisiones. Un liquido rojizo que venía en sobrecitos para ser disuelto en agua. El locutor decía: Sí, a usted que le cuesta acercarse a ella, que no sabe como decirle lo que siente cuando la ve, la oye o la extraña, aquí está la solución!!! Reduce decisión!!! Y basta de cobardías. Medio pelotudo el locutor pero firme en su discurso.


El segundo producto del catálogo era el perfume “ Sussuri”. De este no había visto publicidades en la tele pero la leyenda del producto decía: Si usted no puede atraer, “ Sussuri” lo hace por usted. Y que ellas mueran en acercarse al instante.


El tercer producto era el que más me llamó la atención porque era el que más compraba yo en esas tiendas que el imaginario colectivo habia creado en las calles de mi cobardía y mi falta de emancipación. Era un peine. Si, un peine. Pero no era cualquier utensilio barato que uno compra en un negocio común. El slogan era “peinate de una vez”. Generalmente, y bien lo decia el catálogo, depende del cabello de cada sujeto el destino último de este. Lo que lograba el peine era la imagen pulcra del que lo usa. Así, pues, entonces, el que tenía ese peine era el galan , el conquistador. No lo digo yo eh, lo dice el catálogo y algunas minitas que me contaron que el pibe que lo usaba era una tentación para ellas.


El cuarto producto era el resultado de los tres primeros: uno mismo. Ya cumplido el trio coctel, el paso siguiente era la venta indiscriminada de la persona. Se llamaba al número sugerido, también se podía hacer vía mail, y uno se ofertaba , y luego aparecía la semana siguiente en el catálogo.


Era interesante porque empezaba a leer la oferta disponible pero no era la que yo requería, la oferta era poca porque mi demanda era mucha. Asi que leyendo a Lucia, Claudia, Giselle,etc; nunca me quedaba con ninguna. Pero ¿ porqué? ¿ Acaso no eran las que estarían ya usando los codiciados productos?. Exacto, pero no me atraían.


Había algo, no se como explicarlo. Había algo que hacía que este inseguro, que cambie de parecer constantemente sin comprometerme con nada.


Esos productos eran los perfectos, los que la tele vendía todo el tiempo. Pero algo fallaba.


Ahí me di cuenta. Había algo llamado inflación del alma. Este fenómeno no era provocado por la poca oferta y la gran demanda de esos productos. Era provocada por la gran oferta y la poca demanda de algo que no se podia vender. Era algo que se ofrecia gratuitamente pero que para eso tenias que buscar y buscar. No te lo mostraban ni en la tele, ni en la radio, ni en catálogos. Eso aparecia en uno mismo, en el reflejo con los otros. Si las calles del imaginario colectivo existian en verdad, ninguna de ellas me conducia al pueblo donde estaba eso que tanto deseaba. Era claro, ese imaginario no era mio, era lo que un consumo repetitivo y reproducido construia en mí.


Yo queria algo llamado amor. Palabra bastardada en el lenguaje cotidiano. Amor voicoteado por aquellos que no gozan de su plenitud y libertad. Aquellos que no saben mirar más allá de sus ojos. Aquellos que dejan que los ojos de los demas miren por los de ellos.


Aquí, al ocultar, al reprimirme, al sentir que no era lo que buscaba, ese anulado sentimiento de amor provocaba la inflación en mi alma. El precio creado era tan grande que mi conciencia se alejaba. El precio era tal que ella sentia no poder alcanzarlo. Como que cuando retrocedia dos pasos estaba sumandole más ceros a la cuenta.


Su fija mirada parecia ahora perdida. Nunca nos vimos los rostros, nunca supimos quienes eramos. Ella se alejo, yo me acerqué pero ya no la encontré. El precio por haber retrocedido fue inpagable.


Sean libres.

Como raro.


Hoy me encontré en el más confuso pero encantador de los paisajes.

El tren salió a las 2:45 pm del día sabado 10 de Julio. Mis tiempos eran acotados despues de un viernes a todo o nada. Título pretencioso quizá, pero el más acorde con la situación que comentaré luego de unas pequeñas lineas a veces náufragas de su dueño.
No era un día inusual pero tampoco era el más usual de los días. Mientras me fumaba un puchito en Av. de Mayo, posiblemente a la altura del 200, venía pensando en ciertas circunstancias que la vida me deparó entre rejas y algodones.
Varias preguntas se me cruzaban, en tanto que esa chica de una hermosura no antes vista por los ojos de quien les comenta, se sumergía en la psiquis de mis enterradas, pero renacidas, expectativas de logro.
Asi fué, el día se torno raro. La gente le teme a esas cosas nuevas, a lo que regularmente no transita. Lo nuevo es un cambio, los cambios traen inseguridades, las inseguridades traen falta de control.
Pero me dispuse, entre tinieblas y nubes como relánpagos de luz, a ser alguien nuevo.
Con todo lo que esto lleva a cuestas, el cambio y mi miedo terrenal, me puse a andar en ese trotamundos. No podía estar otra vez en una carretera al costado de un pueblo fantasma. Necesitaba volar, necesitaba necesitar.
Cuando llegue a ese lugar donde el sonido es esclavo de sus tumultos y destino de los que nunca tapan sus oídos, algunos lo llaman radio, me encontré con una persona tal especial como simple que me regalo una cosita material, pero llena de congoja y de sensaciones multidimensionales.
Rodolfo Walsh me espera mirandome desde su "Operación Masacre", y entre Sartre y Barthes me dispararon hacia sociologias que extrañaba pero que son las partes más profundas de mis océanos.
El "Evangelio según Jesucristo", de un soñador comunista y atéo (me refiero al Señor que nos ha dejado fisicamente pero eterno en sus palabras: Salamago) fue la cuota no pagada del día.
Después, Graham Bell murmuró su invento , y me dió ,del otro lado, la voz que necesitaba y me llenaba de paz por unos minutos.
Para los que se preguntan porque estoy raro, si es que lo hacen sino les agradesco igual ya que no tendría que ser centro de segundos de nadie ( pues no lo requiero pero si lo deseo), la respuesta es que estoy FELIZ. Si Sofi , me siento feliz ¿ podes creer?.
Si, exacto, a las 00:00 hs del 11 de Julio , les comunico que este sujeto, poeta, periodista y militante político, siente un golpe seco en el pecho llamado Felicidad.
Tanto se escondió la maldita bastarda, pero logró aparecer como siempre lo hace entre cometas y estrellas humedas y trituradas.
Sin más tiempo que hacer perderles, ni a ustedes ni a estos renglones, me despido despidiendome, me alegro alegrandome, me sustituyo renovandome.

Ya no soy el muerto que camina sin un rumbo y que se vuelve el rumbo por donde caminan los muertos.