domingo, 30 de octubre de 2011

Desvío en la laguna


A los que les gustan mis poemas oscuros.


LADO A

El frío se metía por las venas,
la traición perpetua del giro del viento.
Qué más que un leve llanto
como consigna sobre telones vacíos,
escenarios nunca poblados,
un vértigo en asientos principales.
Este dolor de soplar a los compas de la nada.
Golpe y aire encarnado sobre mis ojos,
palpitan a nunca cerrarse.

Caminatas oblicuas hacia el todo,
hacia la nada y su guitarra perdida.
Es que el cráneo golpea sobre el árbol,
como queriendo sacar algo que no encuentra;
una calma sensación, un muerto no enterrado.
¡Entrégate luna de las mil noches!
Luna de los lamentos, luna de mis fuegos.
Horrible pésame en este réquiem,
mientras las cuerdas cortan mi carne.

El tiempo consumido en mí estómago,
mis brazos se unen a la laguna
en un acto de fusión cromática,
embustera del agua.
Las gotas cayeron en mi fatigado rostro,
era la lluvia que caía de mis ojos
haciendo de la laguna una filiada en mi boca.
Me ahogué, floté en el muelle,
bien muerto por fin.
Maldita promiscuidad de quererte
me has ajusticiado una vez más,
testigo la luna.

LADO B

Y al temblar escuchando voces,
tambores de cerca y de lejos,
rencuentro consigo mismo
 en reEncarnación del ente olvidado.

Una calidez que se distinguía
entre tanto frío canalla,
cómodo encuentro entre abrazos
y un contacto que unía los mundos.

Me destiné a callar lo único que nombro,
un bosquejo con mirada en tu rostro.
Sé que ya no soy nada,
soy una pálida imagen de mi mismo.

Soy un lobo solitario entre cordilleras,
un oscuro sonámbulo perdido en el sol.
Nadie se merece esta triste paz,
salvo que no la encuentre en su alma.