lunes, 23 de mayo de 2011

El silencio de Edith Bosh


A Juan Gelman
 


La pobre Edith Bosh caminaba por los rincones perplejos de realidad,

aprovechó un rato para volar sobre algunos recuerdos mal instalados.

- ¿Qué has hecho de ti Edith? -

le decían algunas almas en pena que no veía desde el domingo pasado.


Cuando el sol se apagaba y los zombies del pasado bebían alcohol en los suburbios,

ella se acuesta sobre frazadas sucias de melancolía y neurosis.

Esperaba una llamada o cierto titileo de lucecitas en su conciencia,

pero qué más podía hacer si esos que decían quererla le han sacado todo.


Y así,

perdía el rumbo en sueños del silencio,

volteaba su cabeza hacia el infinito de aquellas huellas monjas.


Y así,

sin pensarlo dos veces, aunque le costara el poco trozo de alma que le quedaba,

murmuró querer callando querer,

comió amor sin ver amor.


Edith despertaba silenciosa entre tumultos de la nada,

derramó algunas lágrimas como es común en  todos sus amaneceres.

-¿Qué has hecho de ti Edith?-

 antes te llevabas el mundo por delante como un frenesí de canciones.


Un día, ella durmió y no despertó mas.


Todos la lloraron como si la conocieran,

extrañaban su silencio tendido sobre ella misma y el mundo.

- Pobre Edith-  decían a espaldas de su cadáver.

La hipocresía de los otros se la llevo sin saborear otro plato de dulzura.


Ya no había más silencio en las calles de la ciudad,

se escuchaban gritos de amor criminal  y de luciérnagas sin luz.

Cuando Edith Bosh murió todos supieron del silencio puro del querer,

eso que a ella la mató, pero le servía a los otros para seguir viviendo.

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