sábado, 19 de marzo de 2011

El extranjero


Venia con una ilusión en mi pecho y con miles de dudas al respecto.

Tarde o temprano la tormenta iba a mostrar su fuerza y esas ráfagas ,indiferentes a uno, me golpearían arrastrándome a un rincón profundo.

Era una huida, al principio me desligue temiendo que sea solo una parte de la reconstrucción personal. Me producía cierta sensacion de felicidad, o solo alivio, el pensar ,casi sin pensando, que era solo una semana de distracción.

Por supuesto, pude ver las estrellas en el cielo que en la ciudad se esconden. Pude respirar aire que no sé respirar.

En el viaje de vuelta, mientras los lugares corrían de mi y las calles eran estampas repetidas de horas, sentía como algo se alejaba. El país que dejaba recientemente se alejaba, pero el país que había dejado para ir a ver este último también.

Mientras el viaje se maximizaba, la otra huida también.

Parecía en un momento que ese Paraguay que dejaba atrás, era la extensión de otra cosa que me dejaba en Buenos Aires.

Y así fue, dos idas en un mismo día. Pero como duele sentirse extranjero en su propia ciudad. Fui un extranjero en el norte y termino siendo un extranjero de mis sentimientos en Buenos Aires.

Ya no me reconocen, ya no los reconozco. Pues, los sentimientos estos que alguna vez fueran mi tierra, hoy hablan diferente, se mueven diferente y me miran diferente.

Es que ella y yo nos exiliamos, el uno del otro. Y ahora sin mi ecosistema ,que eran nuestros sentimientos, soy una especie en extinción o tendré que evolucionar en otra especie. Ahora deba de saber volar, nadar y andar sobre tierra.

Y aqui estamos si de pasado tengo que hablar, tema favorito en mis renglones, todo aquello en lo que uno confió se desparrama nuevamente por cataratas de incertidumbre y soledad.

Nadie es culpable, las cosas son asi.

- Pero no hay que caerse!!!! decian esos cuadros en mi pared. - Si nosotros nos caemos, otros caerán con nosotros.

El despertar en madrugadas, el prófugo sueño por las noches.

Las sombras entre luces y el fuego entre hielos.

Podemos ser extranjeros de nuestros sentimientos nuevamente. Ser indocumentados en los sentimientos de un otro. Pero nunca dejaremos de ser habitantes de este mundo, único y diverso.

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