lunes, 28 de marzo de 2011

Soledad



Y a tí te aclamo soledad,

anclada en pesadillas de noche.

En el horror del extrañar

en ese terror a lo distante.


En aquellos truenos de los angeles caídos,

mi alma radica en la tempestad de oídas tardes.

El moseñor cabalgando con su hija sin himno,

y yo ahogandome en tortuosos mares.


Bella eres en el infierno,

el único lugar en donde te han dado hospedaje.

Culebra eres...

en la única selva donde te han dado veneno.


Esos pajaros muertos que posan sobre tu tejado,

cantan sonatas de luna sobre gritos constantes.

Los aullidos de los peces sin corona me han dejado,

titubeo con el dolor que se vuelve placer en la sangre.


No llores,

mi doncella de los sacrificios impedidos.

Dejame el llanto a mi,

socio en el castillo del rey muerto.

Tomate el trago final,

enbriagame con tu dulce colera.

Tomame por la espalda,

clavame el puñal por el cual has vivido.


Danza y danza,

sobre esos claveles abandonados.

Abrazame entre sueños,

que es el sitio que me tiene esclavo.


Púrpura la sangre que expulsa deseos,

es en la memoria cansada que insiste el mendigo.

Mondadientes en bocas ácidas de soledad,

es la cárcel del placer, mi dolor está contigo.


Y si en ti confio, en ti muero.

Ya no soy el mismo de antes.

Y si en ti muero, en ti me afianzo.

Ahora duermo en los infiernos de Dante.

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