domingo, 21 de agosto de 2011

Modus operandi


Finalmente aparece el fiel traidor.
Sus muelas de juicio contienen
la verdad de sus penas.

El lider, entumecido y catártico,
se clava la navaja para sangrar
y mostrar en dulce suicidio
el rezo de los demonios que ató a sus tobillos.

Pero yo ya no creo en nada,
y en este ataúd que me convertí
radican la mayoría de los muertos
que me azotan,
que practican amor por la noche.

Y si tú eres tiempo perdido,
yo soy desgracia sepultada.
Vamos y venimos triturando a los vivos,
queremos devorar la carne
de los que aún sienten.
Pero todo lo mio es la nada tuya.

Que mortal carnicería,
es la que hiciste con mis pupilas soñadoras.
Que triste comercio,
es el que abriste en las orillas de mi porvenir.

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