jueves, 3 de enero de 2013

La Santa Rita


El día estaba nublado y se sentía solamente el ruido del viento golpeando contra las ramas de los árboles. Ella los hizo entrar, estaba asustada, temblando de algun tipo de espanto como si hubiera visto un fantasma con sus propios ojos.
La policía estaba acostumbrada a escuchar historias extrañas, la gente parece más superticiosa que nunca. Quizá las personas necesitan creer en algo que los siga atormentando, que les congele la piel y les diga que ellos aún estan vivos.
El policía sacó su anotador dispuesto a escribir alguna declaración. Dos mujeres estaban sentadas enfrente de él, una joven y otra de mayor edad. La más joven empezó a hablar.

_ Le confesaré algo que mantengo escondido. Aquella planta de hojas rojas llamada Santa Rita, esconde junto a sus raíces un cadáver. Y bien que lo tenía merecido el cretino. ¿ o no que era bien cretino Norita?
_ Sí pues sí ¿ pero para matarlo?
_ Eso no te pregunté, limitate a lo que pregunto pues. En fin, como le decía, el domingo amanecí con dolores en el cuello y por la ventana ví que a la Santa Rita se le caían las hojas de a poquito.  Me asusté,  ya que no estabamos en otoño. Ahí recordé que esa planta no era Santa Rita ¿ y por qué le decíamos así Norita?
_ No sé ¿qué planta?
_ Ese de hojas rojas donde enterré a el Santiago.
_ Ah, es que la Santa Rita tiene hojas rojas. Mi nona tenía una allá lejos donde el diablo perdió el poncho... allá bien lejos ... la nona.
_ Claro. Pero ese árbol no tenía hojas rojas hasta después que enterramos a Santiago.
_ Pues dicen que la sangre humedese el suelo... y colorea las hojas.
_ Pinta como remolacha cuando salta la hilacha. Los muertos aún caminan por los patios, nos observan en silencio y nosotros ni cuenta. ¿ es así Norita?
_ Pues sí. Salvo cuando el descanso se les hace tormentoso y el viento que se trepa en las hojas reproduce sus gritos. ! Que Dios los tenga en la gloria!
_ Qué gloria ni qué gloria. Algunos bien muertos estan y ya no hacen canalladas por allí o por allá.
_ Que Dios no te escuche mi hijita, que el diablo ya te conversó.

Ante la confesión la policía procedio al arresto. Fueron al fondo para desterrar el cuerpo de la víctima y vieron que eran como cinco las Santa Ritas exparcidas en el patio.

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